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Ira con Flores de Bach

  • Marian.
  • 20 feb 2019
  • 3 Min. de lectura

Como mencioné anteriormente en otra entrada, el Dr. Bach clasificó a las flores en grupos identificando 7 emociones básicas primarias. Esto nos permite entender mejor la aplicación de las flores, además de facilitarnos el diagnóstico del paciente. ¿Por qué entonces, resulta indispensable hacer un acompañamiento terapéutico para que el tratamiento sea efectivo, si todos, en mayor o menor medida somos conscientes de nuestras emociones?

Supongamos que un paciente se comunica a la consulta y tras asesorarse sobre la efectividad del método quiere un preparado para tratar “la Ira”. Hay varias flores que de diferente maneras trabajan la ira, entonces agarramos un frasquito mezclamos todas las gotas que trabajan esta emoción y con alguna la va a pegar… “negocio redondo”

Resulta que el paciente puede notar un cambio los primeros días, pero esto no resuelve el origen de su problema. Sería, a grandes rasgos, algo así como ir al médico que trata el síntoma y le da al paciente una aspirina para el dolor de cabeza, pero cuando el dolor es recurrente si continúa tomando aspirinas en algún momento le va a doler el estómago. No es así con las flores, ya que no tienen efectos secundarios, pero su funcionalidad es justamente tratar el origen/causa de la enfermedad/emoción y no el síntoma que desaparece transitoriamente. Los cambios que va a notar los primeros días van a verse reflejados en su estado transitorio, pero las emociones arraigadas que acompañan su personalidad van a seguir aflorando en cada situación en la que no pueda tener el control, por ejemplo.

Para determinar la fórmula correcta que mejor se adapta al paciente, en primer lugar deberíamos sondear ¿qué es la ira para el paciente?, ¿cuáles son las situaciones en que el paciente se ve desbordado, que seguramente es la causa que lo llevó a la consulta? ¿De qué manera la manifiesta? Si es que lo hace o la guarda para sí mismo. Si solo reacciona ante el estímulo de los otros, contra los otros o también se castiga a sí mismo ¿Qué sensaciones lo acompañan en sus momentos de ira, como ser la intolerancia, el rechazo, la culpa, la manipulación, la falta de control, los pensamientos obsesivos, la rigidez, etc. Entre otras preguntas que van a ir surgiendo a lo largo de la consulta. De esta forma, en segundo lugar, pero no por eso menos importante, podemos deducir la formula base que responde a los rasgos caracterológicos del paciente, es decir, lo que tiene que ver con su personalidad, para después poder completar la fórmula con los distintos estados transitorios específicos que preocupan al paciente. Si bien de existir síntomas clínicos nos van a dar una pauta acerca del conflicto, no debemos mirar a través de estos, sino de sus emociones.

Para mencionar algunas de las flores con las que podemos tratar la ira podríamos mencionar Cherry Plum, cuando el paciente se siente desbordado y existe el miedo a perder el control, si esto es acompañado por pensamientos persistentes se puede agregar a la fórmula White Chestnut. Según la personalidad del paciente si tratamos con una persona posesiva trabajaremos con Chicory y Vine para quien no quiere perder el dominio. Beech para personas irritables, intolerantes, que suelen ver solo el lado negativo de las cosas. Si la ira es provocada por sentimientos de envidias, celos o desconfianza trabajaremos con Holly, por el contrario si se trata de una personalidad sumisa que no se atreve a manifestar el enojo e incluso en ocasiones lo expresa contra sí mismo, usaremos Centaury y Pine. Willow cuando manifiesta situaciones que no quiere perdonar, Star of Bethlehem es una excelente opción cuando el paciente lleva tan oculta la herida que sabe que está ahí pero no determinar de dónde proviene.

Cada vida es un mundo que merece ser explorado. Nos acostumbraron a no aceptar nuestras emociones “negativas”, aprendimos a camuflarlas. El dolor que nos produce lo que no queremos ver, nos lleva incluso a negar que está ahí. La mayoría de las emociones que negamos se transforman en enojo que muchas veces impulsamos hacia los demás pero en realidad es en contra de nosotros mismos, por no saber decir que no (culpa, miedo al rechazo), por no atrevernos (autoboicot, miedo a fallar) por no seguir nuestros deseos (imposiciones familiares, miedo) y muchísimas situaciones más donde siempre nos encontraríamos con el miedo detrás de una excusa , esa zona oscura que nos da miedo cruzar manteniéndonos en nuestra zona de confort por seguridad, aunque no nos guste lo que tenemos ahí, aunque nos gustaría más conocer lo que hay del otro lado. Enfrentarse al dolor es algo que solo ocurre una vez, negarlo es una carga que se lleva toda la vida…


 
 
 

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