top of page

Capítulo V: La leyenda Personal

  • Foto del escritor: Marian
    Marian
  • 27 mar 2021
  • 9 Min. de lectura

La leyenda Personal

“La leyenda personal es aquello que siempre deseaste hacer. Todas las personas, al comienzo de su juventud, saben cuál es su Leyenda Personal. En ese momento de la vida todo se ve claro, todo es posible y ellas no tienen miedo de soñar y desear todo aquello que les gustaría hacer en sus vidas. No obstante, a medida que el tiempo va pasando, una misteriosa fuerza trata de convencerlas de que es imposible realizar su Leyenda Personal. (…)

-Son fuerzas que parecen malas, pero en verdad están enseñando cómo realizar tu Leyenda Personal. Están preparando tu espíritu y tu voluntad, porque existe una gran verdad en este planeta; seas quien seas o hagas lo que hagas, cuando deseas con firmeza alguna cosa, es porque este deseo nació en el alma del Universo. Es tu misión en la Tierra.”

“Cuanto más se aproxima uno al sueño, más se va convirtiendo la Leyenda Personal en la verdadera razón de vivir.” Paulo Coelho (el alquimista)


No quiero decir lo mucho que la vida me habla, porque después salen los profesionales del mate con la libretita y empiezan: a ver… escucha voces… la vida le habla… ve señales por todas partes… mmm ajá… sígame contando… Pero tengo una teoría que en ocasiones pude comprobar, el mundo original tal como fue creado, se nos dio con todo lo que necesitamos. Cada ser humano, nace con un propósito y una habilidad distinta que a lo largo de su vida va a tener que desarrollar y la vida siempre, pero siempre te da las herramientas que necesitas para cumplir con ese propósito.

Desde chica creí que los niños ya nacen con la verdad que necesitan conocer, la confianza que tenía en mí y en todo lo que creía era a prueba de adultos, supongo que por eso, nunca temí desafiarlos. No voy a negar, que cuando me tocó estar de este lado, muchas veces olvidé esas verdades y sentí que la vida me dejaba en banda, pero cuando miro para atrás veo que nada de lo que estaba ahí era casual y como ni en los momentos más difíciles dejé corromper mis valores, la lealtad a “mi pequeña yo” no con poco trabajo, logró conservar su esencia intacta.

Como nada de lo que ocurre es casual ni las cosas son así desde que el mundo es mundo, es imprescindible conocer la historia y saber cómo eran las cosas antes del presente que tenemos hoy y entender el funcionamiento biológico del ser humano para entender porque se comporta como lo hace. Si bien trabajan en ello, más allá de los proyectos genéticos, la inteligencia artificial, el control de natalidad, sus zonas oscuras y todo lo que desconozco, aun no pueden hacer nada para modificar las verdades con que nace el ser natural en esencia, verdad que pretende ser anulada en el proceso de normalización para convertirlo en lo que la sociedad dominante necesita que sea. A medida que pasa el tiempo nos van llenando de etiquetas, costumbres, prejuicios y olvidamos todas esas verdades. Y así como olvidando la historia, nos es imposible comprender el presente como una consecuencia y no como algo que simplemente es, olvidar nuestra verdad implica abandonar el verdadero SER, lo cual hace imposible la realización. Por eso es tan importante conocer y asumir nuestra historia personal y social, entender porque somos lo que somos y que necesitamos cambiar para ser lo que queremos ser.

En un principio eran los cielos y la tierra, yo creo que Dios tendría que haber dejado al hombre para el lunes, porque cuando lo creó ya estaba cansado y dijo… masí, es lo que hay…

Tengo mi propio concepto de Dios, quizá no del todo mío porque parte de la idea de la metafísica aristotélica acerca del cambio, que dice que toda sustancia es Ser en acto y en sí misma, encierra la potencialidad de lo que puede llegar a ser, por ejemplo podemos decir que una semilla, es semilla en acto y un árbol en potencia y yo considero, que un hombre es hombre en acto y Dios en potencia, lo que no contradice a lo que dice el génesis que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, ni tampoco a mi concepción filosófica no compatible con un dogma. Pero mi conclusión surgió de una conjunción de cosas mientras miraba el patrón de una tela de araña en un video sobre geometría sagrada, el principio hermético de polaridad que dice que todo tiene dos polos, los opuestos son iguales en naturaleza pero diferentes en grado y que todo cuanto existe es energía en distinta Frecuencia vibratoria. Entendiendo al cuerpo, como materia densa sobre el cual debemos trabajar para expandir los cuerpos no materiales que a medida que evolucionan, aumentan su frecuencia y más se acercan a la perfección, a ese todo que es Dios. El núcleo de la vida. En este concepto de Dios, tiene sentido pensar que cada ser humano tiene una pieza del rompecabezas y la única forma de armarlo, es juntos. Si observamos la naturaleza, todo está ahí de manera perfecta, los ecosistemas, sin la mano del hombre obviamente, funcionan de manera organizada al igual que cada órgano del cuerpo cumple una función en conjunto y si algo funciona mal por demasiado tiempo, termina fallando todo, incluso cuando se piensa una máquina, todas sus piezas tienen una razón de ser, el ser humano al crearla es coherente con esto. Pero por alguna razón en su interacción social pierde la coherencia con el todo.

Volviendo al cuerpo físico que es el vehículo que tenemos para hacer el viaje, si comprendemos cómo funciona el cerebro reptiliano, encargado de las funciones instintivas y las emociones podemos entender porque somos como somos, más aún si tenemos en cuenta que los mensajes persuasivos actúan directamente en él, así dicen, no soy la experta pero tiene mucho sentido. Lo que no tiene sentido es que contando con otras zonas en el cerebro que puede procesar la información más compleja y sacar conclusiones, atentemos contra nuestra propia naturaleza. Para no perder el hilo, ese proceso lo dejo para el próximo capítulo.

Se dice del progreso como una mejora o avance que experimenta una persona o una cosa hacia un estado mejor, más avanzado o más desarrollado. Y le acabo de mandar a Oxford Languages, que la definición es incorrecta, porque considero que un progreso que se impulsó con las riquezas generadas por los saqueos y las conquistas de la periferia y se escribió con sangre humana, no puede definirse como un estado mejor, al menos no si no se mencionan los daños colaterales o se dice que en nombre del progreso, el fin siempre justifica los medios. Obviamente en un mundo de emprendedores natos no habría sumiso que le lama la bota al que tiene la panza tan llena que no se puede agachar y esto a quien lidera, no por líder, sino por inteligencia, no le conviene. Si vamos a ver lo que se entiende por inteligencia: Facultad de la mente que permite aprender, entender, razonar, tomar decisiones y formarse una idea determinada de la realidad. No entiendo como hay tantos altos coeficientes intelectuales tratando de hacer habitable otro planeta en lugar de preservar la vida en este. Evidentemente tenemos perspectivas diferentes acerca de la realidad que nos formamos, incluso de la inteligencia, porque en qué cabeza cabe que vivimos en un planeta descartable.

Retomando el cuentito de San Agustín en el prólogo, creo que lo único que nunca cambió a lo largo de la historia es la incapacidad del ser humano a aplicar el conocimiento adquirido. Hubo un tiempo antes de las formas actuales de sociedad que conocemos, en que la iglesia recibía muy buenas dotes por parte de los reyes por hacerle creer al pueblo que por voluntad divina ejercían el poder y eran dueños de todas las riquezas y por la misma razón, el pobre estaba condenado a sufrir y a ser pobre porque en detrimento iba a poder gozar de la gloria del reino de los cielos. A medida que en el tiempo las formas de gobierno se fueron modificando y creció la burocracia, ya eran muchos para repartir la torta y el poder de la iglesia poco a poco fue perdiendo peso. Considerando que el pueblo era tan tonto como para haberse creído semejante cuento, la dejaron afuera y desde entonces, para hacernos creer que somos inteligentes, no cuentan un solo cuento, sino varios por si acaso y mientras cumplen sus metas nos dejan entretenidos debatiendo al respecto. Estas nuevas formas de gobierno que iban surgiendo necesitaban saber en qué idioma iban a contar los cuentitos, por lo cual, pelea va, pelea viene, iban conquistando territorio y se ve que alguien iba pintando las líneas de puntos que hoy vemos en el mapa y como para ese entonces, ya tenían bien calada la naturaleza humana y nuestras necesidades biológica de protección y de pertenencia crear el sentimiento de Nación fue soplar y hacer botellas, y aunque te tiemblen las piernas cuando escuchas el himno o te emociones cuando ves un par en otro país, no es algo que haya surgido por amor a las raíces sino intencionalmente para someternos y dominarnos. A la iglesia católica no le importó las raíces de los moros en España, ni la cultura indígena en américa, ni a los británicos y los mismos gringos norteamericanos, los nativos que ocupaban el territorio. Y cuando veo discusiones estúpidas nacionalistas, me pregunto que están defendiendo. ¿De verdad ideas? Los que discutimos no pintamos nada… nada es natural, ni el mundo tal como parece que es, ni cómo se construye la verdad, ni los conceptos que nos dan de las cosas, ni la intencionalidad con que se usan las palabras, nos hacen olvidar de quienes somos y porque estamos acá. Suena perverso, pero si no despertamos no sé cuántos de nosotros va a poder pagarse el viaje a Marte.

La vida tiene muchas maneras de mostrarnos lo que necesitamos saber. A veces simplemente necesitamos tener una atención plena de lo que pasa a nuestro al rededor. No es cierto que solo se aprenda a través del sufrimiento, sí quizá, que cuando más analizamos una situación es cuando nos va mal. Es más común encontrarse con alguien que frente a un problema: se pregunta ¿por qué a mí? Y rara vez se cuestiona cuando las cosas van bien. Como si tuviera que ser así de hecho. Pero a veces la vida te saca de la rutina para mostrarte algo… y eso es lo que me gusta de lo disruptivo, incluso en la lectura, porque es en la inercia de lo rutinario donde se te escapan los detalles mágicos, las señales que siempre están ahí, aunque no lo parezca. Hace 25 años viví una experiencia breve que me mostró por primera vez porque somos compañeros de ruta y me enseñó lo fácil que puede ser hacer la diferencia. Me pareció tan importante que quise que fuera mi primera entrada al blog de mi web. (que por cierto ya no existe, porque wix lo quito)

Una mañana como cualquier otra, cuando solo era una adolescente subí al colectivo, pero a diferencia de como solía ser, el chofer me ofreció un buen día y una sonrisa, respondí por cortesía y seguramente pensé, que tan buen día pensaba que podía tener a las 7 de la mañana… Pocos minutos después noté que hacía lo mismo con cada uno de los pasajeros, a la vez que durante el trayecto nos iba contando acerca de la historia de los edificios del barrio, haciéndonos de guía turística por las calles que recorría todos los días pero que hasta entonces nunca me había detenido a mirar.

En un principio no me atreví a ver cuál era la expresión que tenían los otros, pero al cabo de un rato pude ver las miradas y sonrisas cómplices y me relajé. Arriba del colectivo fluía una energía distinta a la de cualquier otro viaje. No existía esa tensión en las caras propia de la hora; ni en la gente parada los brazos duros tratando de evitar el roce con el de al lado. Un desconocido había conseguido hacerme sonreír a las 7 de la mañana y para una adolescente enojada con la vida, no era poca cosa.

Faltaban las palmeras, pero llegué a destino distendida como si se tratara de un tour de vacaciones. Me dejó toda la mañana pensando como ese hombre de unos 60 años, tal vez más, que seguramente hacía décadas venía repitiendo el mismo recorrido, podía ponerle tanto entusiasmo y sólo con un buen día y un gesto poco corriente, hacer de un momento rutinario algo distinto y que por un rato, todos quienes compartíamos ese corto viaje no pareciésemos tales desconocidos.

Con el tiempo, cambié de barrio, de recorrido, de vida y lo único que quedó de ese día fue una costumbre que poco a poco me fui haciendo: la de saludar al chofer al subir, pero había olvidado lo más importante, el cambio que una actitud fuera de contexto podía ser capaz de generar.

En un principio creí haberme llevado esta lección, sin embargo pasé más de media vida peleando contra el sistema, por lo que "en teoría" el sistema significaba para mí. Hoy, aun considerando que hay mucho por cambiar y que no todo depende de la buena voluntad, sé que el sistema somos un montón de personas interactuando y que en mayor parte es el trabajo lo que nos conecta y si como aquel chofer, cada uno hiciera lo que sabe hacer transmitiendo alegría y dando lo mejor de sí, ni una adolescente peleada con la vida podría con eso. Stop! Pasaron 25 años de aquel viaje. Un viaje que solía hacer todos los días desde donde vivía en Almagro hasta donde estudiaba en ATC , no recuerdo la calle donde tomaba el colectivo, ni la línea, pero este hombre, si aún vive, no tiene idea de que alguien se acuerda de él, ni como su pequeña acción dejó su marca en mi mundo.


Quizá no se trate de lo que haces, sino de qué manera, tampoco de comprender sino de comprobar que cuando algo comienza a cambiar por dentro, todo por fuera se transforma y la realidad misma es otra... a veces hay que pensar menos en como es el otro, tomar la iniciativa y hacer la diferencia.


 
 
 

Comments


FOLLOW ME

  • Facebook Classic
  • c-youtube
  • LinkedIn - Círculo Negro
  • Facebook - Black Circle
  • YouTube - Black Circle
  • Instagram - Black Circle

© 2023 by Samanta Jonse. Proudly created with Wix.com

bottom of page